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8.7.10

Como agua para chocolate.

Al escuchar la confirmación de la noticia, Tita sintió como si el invierno le hubiera entrado al cuerpo de golpe y porrazo; era tal el frío y tan seco que le quemo las mejillas y se las puso rojas, rojas, como el color de las manzanas que tenia frente a ella. Este frío sobrecogedor la habría de acompañar por mucho tiempo sin que nada lo pudiera atenuar.
Esa noche fue imposible que Tita conciliara el sueño; no sabia explicar lo que sentía.Lastima que en aquella época no se hubieran descubiertos los hoyos negros en el espacio para que entonces le hubiera sido muy fácil comprender que sentía un hoyo negro en medio del pecho por donde se colaba un frío infinito. 
Cada vez que cerraba los ojos podía revivir muy claramente las escenas de aquella noche de navidad, un año atrás, en que Pedro y su familia habían sido invitados por primera vez a cenar a su casa y el frío se le agudizaba. A pesar del tiempo transcurrido, ella podía recordar perfectamente los sonidos, los olores, el roce de su vestido nuevo sobre el piso recién encerado; la mirada de Pedro sobre sus hombros... ¡Esa mirada! Ella caminaba hacia la mesa llevando una charola con dulces de yemas de huevo cuando la sintió, ardiente, quemándole la piel. Giro la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Pedro. En ese momento comprendió perfectamente lo que debe sentir la masa de un buñuelo al entrar en contacto con el aceite hirviendo. 
Nunca olvidaría el roce accidental de sus manos cuando ambos trataron torpemente de tomar la misma charola al mismo tiempo. 
Fue entonces cuando Pedro le confeso su amor. 
-Señorita Tita, quisiera aprovechar la oportunidad de poder hablarle a solas para decirle que estoy perdidamente enamorado de usted. Se que esta declaración es atrevida y precipitada pero es tan difícil acercarsele que tome la decisión de hacerlo esta misma noche. Solo le pido que me diga si puedo aspirar a su amor.
-No se que responderle; deme tiempo para pensar.
-No, no podría, necesito una respuesta en este momento; el amor no se piensa: se siente o no se siente. Yo soy hombre de pocas, pero muy firmes mis palabras. Le juro que tendrá mi amor por siempre. ¿Que hay del suyo? ¿Usted también lo siente por mi?
- ¡Sí!. Si, si y mil veces si. Lo amo desde esa noche para siempre.